viernes, 12 de octubre de 2012

Amor-Ego

La prioridad de lo grande siempre es el ego, pero para el amor no hay grande o pequeño; el amor abraza a quienquiera que se acerque.

El amor siempre es reverente; el ego nunca está dispuesto a inclinarse. Si te acercas al ego, sus ramas se estirarán aún más arriba, se pondrá rígido para que no puedas alcanzarlo.

El amor siempre está feliz cuando puede dar algo; el ego siempre está contento cuando puede obtener algo.

Uno se vuelve como un rey dondequiera que haya flores de amor; y uno se vuelve pobre y lleno de sufrimiento siempre que las espinas del ego estén presentes.

El amor se siente feliz dándole comodidad a alguien; el ego se siente feliz incomodando a todo el mundo.

El amor se siente triste cuando no puede compartir; el amor se siente triste cuando no puede dar. El amor se siente agradecido cuando puede compartir. El amor está contentísimo cuando puede entregarse totalmente.

El ego siempre se halla motivado. El ego acudirá sólo si con ello se cumple algún propósito. Pero el amor es inmotivado. El amor es su propia recompensa.

El ego acumula, pero el amor da en forma incondicional.

El ego pide dinero porque necesita poder.

Hasta recibir heridas hace feliz al amor, pero aun obteniendo algo, el ego no está contento, el ego siempre desea más.

El ego toma el amor por locura, una fantasía infantil.

El ego no acude allí donde no puede lograr algún beneficio. El ego es un eterno mendigo, siempre pidiendo, demandando algo.

El amor es bondad. El amor es un rey. Un emperador. ¿Existe acaso un rey más grandioso que el amor?

El ego sólo comprende el lenguaje de obtener. El amor es el lenguaje de dar.

El libro del amor (1968)
Osho

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